Llevas unos meses que quieres bajar tiempos, eso sí, sin quitarte la cerveza de después del entreno y con tu whisky de los sábados, por supuesto. ¿Podrías entrenar un día más? Buff, complicado, estás más liado que la pata un romano. De pronto tienes la ideaca, el atajo que te va a llevar a superar tus marcas: ¡te vas a comprar unas zapatillas voladoras! De apenas 200 gramos, ligeras como el viento, con ellas bajas de 45 minutos sin apenas entrenar, fijo. Y llega el día en que las pruebas por primera vez y sí que corres sí, pero porque terminas a tope de pulsaciones ¡que se te sale el corazón por la boca! Te pregunta la parienta al llegar qué tal y tú sólo puedes decir arff, arff, con la cara tan roja que pareces un guiri en Benidorm. Así que, queridos amiguitos, zapatillas voladoras sí, ¡pero entrenad coño!