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El Catarrazo

Sólo queda una semana para la gran carrera, esa que llevas preparándote 12 semanas con un plan de entrenamiento que te has bajado de una app, esa en la que vas a reventar tus marcas, la carrera en la que has puesto todas tus energías y esperanzas de los últimos tres meses. Pero de repente ocurre algo inesperado, algo que no entraba en tus planes: pillas el Catarrazo. No haces más que estornudar, toses de una manera descontrolada, tienes una congestión brutal, la cabeza te va a estallar, el Frenadol no funciona, la Couldina te deja hecho papilla, sólo quedan 3 días ya para la carrera. Haces un último entrenamiento y tienes calambres en el estómago, a los pulmones no entra aire, una calamidad. Estás desesperado.
Y llega el día de la carrera. Te encuentras, al menos, apto para poder hacerla. La corres y mejoras tu anterior marca. Pero hay que quejarse porque el runner tiende a la queja natural, que si me dolía el gemelo, que si en el km 5 iba fundido, que si iba hasta arriba de ibupofeno que si no llega a ser por eso le alcanzo a Kipchoge... El caso es que pueden ser los nervios previos a una carrera, que digo yo, si lo piensas bien no es para ponerse nervioso, ¡si al final quedas el 2235 de 10000! Si no te ven ni los japos que aplauden al pasar...
¡¡¡¡Vaaaamooooooooosssss!!!!

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¡Rock and Roll!

    Hubo noches en las que escuchabas a Kurt Cobain mientras bebias cerveza y fumabas un cigarrillo tras otro. Al grito de "¡Nirvaaanaaaa!" entrabas en un trance hipnótico del que era imposible salir. Eran las noches en las que creías morir, pero no lo hiciste, porque eras joven e inmortal.  Ese sentimiento ya pasó.  Treinta años más tarde, cuando tú corazón se pone a 180 pulsaciones por minuto en los metros finales de una carrera, la sensación de morir un poco, lentamente y de resurgir al cruzar el arco de meta, es muy parecida. Enganchados al Rock. Al Rock de la Media Maratón de este pasado domingo 27 de Abril. Después de más de dos años conseguí bajar de las 2 horas en los 21K, logrando mi tercer mejor tiempo en la distancia. Y lo celebré, claro que lo celebré, con dos tercios de Mahou en buena compañía. Porque, como dijo Jimbo, "el futuro es incierto y el final siempre anda cerca".

Balboa

 En Enero llegan los días de frío, las noches de correr a cero grados o menos. Da más pereza salir a entrenar. Pero cuando salgo siento una gran sensación de libertad, las calles están vacías, sólo hay alguna persona que pasea a su perro, y coches y autobuses de la EMT. Yo llevo guantes y gorro y mi sombra se proyecta en el suelo gracias a la luz de las farolas, el vaho sale de mi boca mientras respiro. Pienso en Rocky Balboa saliendo a correr de madrugada, imagino que corro como el potro italiano cuando se prepara para un combate, a veces hasta lanzo algún golpe ficticio al aire. Recuerdo la frase de Rocky, sentado en la cama junto a Adrianne, la noche anterior al gran combate: ”No le puedo ganar, Adrianne. Pero si tan solo pudiese aguantar los 12 asaltos sabría que no fui un Don Nadie" Si tan solo pudiese aguantar los 42 km y 195 metros...

Ahora

 Ahora que las voces se apagan  Ahora que los ojos se cierran  Ahora que la respiración se calma  Recordarás los días pasados  Aquellos en los que corrías  Quizás huyendo de algo  Noche y día  Mañana buscarás la sonrisa  En los ojos de tus hijos  Los besos  En los labios de tu amor Un año más habrá pasado  Y un nuevo tiempo comenzará.