"¡No son las zapatillas las que corren, son tus piernas!" Esta genial frase me la dijo mi hijo Miguel cuando tenía 5 años. Una realidad que resulta obvia para un niño pero que se le escapa a la mayoría de corredores. Nos obsesiona encontrar las zapatillas más ligeras, las más reactivas, con las que corramos más rápido, pero se nos olvida algo fundamental, cómo corremos. La postura del cuerpo, la forma en qué pisamos, la posición de la cabeza y los brazos todo eso influye más que las zapatillas que llevemos puestas. Yo os recomiendo que leáis sobre técnica de carrera para mejorar vuestra eficiencia y correr más rápido. ¡Si hasta un niño de 5 años lo sabe! Bueno, yo me he dado cuenta ahora, después de leer un libro que me regalaron para Reyes... Nunca es tarde, este libro dice que en 7 meses puedes corregir y perfeccionar tu manera de correr. Cualquiera puede. Yo estoy en ello. ¡Gracias Miguel!
Hubo noches en las que escuchabas a Kurt Cobain mientras bebias cerveza y fumabas un cigarrillo tras otro. Al grito de "¡Nirvaaanaaaa!" entrabas en un trance hipnótico del que era imposible salir. Eran las noches en las que creías morir, pero no lo hiciste, porque eras joven e inmortal. Ese sentimiento ya pasó. Treinta años más tarde, cuando tú corazón se pone a 180 pulsaciones por minuto en los metros finales de una carrera, la sensación de morir un poco, lentamente y de resurgir al cruzar el arco de meta, es muy parecida. Enganchados al Rock. Al Rock de la Media Maratón de este pasado domingo 27 de Abril. Después de más de dos años conseguí bajar de las 2 horas en los 21K, logrando mi tercer mejor tiempo en la distancia. Y lo celebré, claro que lo celebré, con dos tercios de Mahou en buena compañía. Porque, como dijo Jimbo, "el futuro es incierto y el final siempre anda cerca".
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