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Cuando éramos niños

    Hace mucho tiempo, cuando éramos niños, veíamos los partidos de Butragueño o de Biriukov y soñábamos con jugar como ellos. Meter ese gol imposible o anotar ese triple decisivo en el último segundo. El lunes llegábamos al cole y tratábamos de imitar a nuestros ídolos en el patio del recreo. Después de clase incluso nos quedábamos una hora más para jugar al fútbol o al baloncesto. La ilusión de ganar y competir estaba siempre presente.
   Los años pasaron y nunca perdonaré que en la Facultad no hubiese una cancha de baloncesto cerca para poder echar unas canastas. La costumbre de hacer deporte se fue perdiendo y los partidos espaciándose en el tiempo hasta hacerse casi inexistentes.
    Pero en esto que, pasados los treinta, llegó el running. Al principio como una manera de mantenerse en forma. Pero a medida que pasaron los años el running, con sus entrenamientos y sus carreras populares, ha hecho que miles de personas recuperemos ese espíritu deportivo y de superación que teníamos de niños. Puede ser una manera de volver a la infancia, puede ser una manera de no crecer, puede ser que el superar tus marcas día a día te haga sentir con ilusiones renovadas. O pueden ser las endorfinas, vete tú a saber. El caso es que ahí estamos, pasados los 40, con la ilusión de un niño por superar tus marcas carrera a carrera.
   Brindo por todos esos corredores que con ilusión, ganas y esfuerzo sacan tiempo de donde no hay para entrenar y correr. Brindo por la alegría que les trae este deporte que no es otro que el atletismo. Brindo por todos ellos. Ojalá que todos podamos conseguir nuestros objetivos y mantener nuestras ilusiones por muchos años. Como cuando éramos niños.

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